SALTO Proyectos

Un inversor compra la última planta de un edificio residencial de 1900 en las inmediaciones de Plaza de España con el objetivo de adecuarla para obtener varios alojamientos. La viabilidad comercial de la operación pasaba por conseguir tres apartamentos de lo que inicialmente eran dos viviendas estrechas y profundas que abrazaban un patio de luces. Por encontrarse el edificio en esquina, una de ellas acaparaba la mayor proporción de fachada mientras que la otra poseía sólo un tramo del ancho de su crujía.

El encargo consistía en segregar las propiedades y dotar a los nuevos apartamentos de las comodidades exigibles a una habitación de hotel, pero también de un cierto carácter doméstico, de una atmósfera de cercanía que se alejara de la sensación de impersonalidad que tradicionalmente se experimenta en estos establecimientos. La estructura de muros de carga perimetrales permitía reorganizar cómodamente el espacio resultante de la demolición. El objetivo principal era conseguir que los tres apartamentos tuvieran huecos a la calle, de modo que las ventanas de la fachada más larga quedasen repartidas entre el apartamento mayor y el menor, dejando para el mediano dos huecos de la fachada corta.

Al tratarse de un bajocubierta, se alcanzan alturas totales de más de cuatro metros con lo que la estricta superficie de los apartamentos se compensa con la descompresión vertical. La generosa altura interior también se aprovecha para dotar a los baños de huecos en las partes altas, con lo que se permite el paso de luz natural hacia estas piezas interiores. La neutralidad material de los acabados de techos y paramentos verticales —pinturas y dm lacado— se compensa con el acento de los elementos de madera: los marcos de los tragaluces, el suelo y el mobiliario son los que aportan la calidez y la informalidad que evocan la idea de casa temporal.